En la frenética China, todo cambia a gran velocidad, y no es fácil mantener el ritmo sin que acabe pasando factura. Algunos jóvenes han tomado cartas en el asunto y, para sobrellevar el estrés diario, han redescubierto una práctica con raíces en el budismo: la meditación.
A la durísima competencia académica y laboral, los interminables horarios y los cada vez mayores costes de vida en las grandes ciudades chinas, en 2020 se sumó la pandemia de la covid-19, que, según un estudio del Centro de Salud Mental de Shanghái, provocó traumas psicológicos a casi un 35 % de los chinos.
Según el portal de noticias local Sixth Tone, pese al impacto de la covid en la actividad económica, durante 2020 el número de estudios de yoga subió un 9 %, una tendencia que -aunque no existen datos oficiales- también se ha replicado en otras prácticas similares como el ‘mindfulness’, técnica de meditación orientada a la consecución de la plena conciencia.
Huang Xinyi respondía precisamente al perfil de joven china triunfadora pero superada por el estrés: tras estudiar gestión inmobiliaria y cambiar posteriormente a moda y lujo, estuvo cinco años en París trabajando para Galeries Lafayette antes de volver a su país, donde abrió un exitoso estudio con el que ayudaba a diseñadores europeos a entrar en el mercado chino.
“A los 27 años ya había alcanzado un buen estatus financiero -explica a Efe-. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que ya no sabía qué más hacer con mi vida. Tenía dinero, una gran carrera por delante pero no tenía una vida propia”.
Así, con la idea de “dar algo positivo al mundo en la cabeza”, dejó su vida atrás y comenzó un viaje que le llevó a aprender técnicas de ‘mindfulness’ en España o Alemania, tras lo que volvió con 30 años recién cumplidos a su Shanghái natal para abrir su propio estudio, llamado Creative Shelter.
“COMO ENTRAR EN OTRO MUNDO”
Se trata de un pequeño local de un centro comercial en el corazón de la ciudad, decorado con telones que la propia Huang ha teñido usando la técnica ‘batik’ -empleada por grupos étnicos del suroeste de China- y pequeñas luces amarillas que iluminan la tarima, rodeada de una enorme cortina que aísla a los clientes del resto del mundo.
Delante, Huang golpea suavemente tres gong o toca unos boles de cristal blanco, generando “baños” de vibraciones que se sienten incluso a un par de metros de distancia y fomentan la relajación: “Hay quien piensa que puede grabar el sonido y hacerlo en casa, pero aquí perciben las vibraciones con todo el cuerpo. Algunos se quedan dormidos en 90 segundos”.
Las sesiones duran una hora y acogen a un máximo de 12 personas, con precios de unos 220 yuanes (28,7 euros), aunque también se ofrece un bono anual de unos 10.000 yuanes (1.300 euros), cuyos titulares acuden tres o cuatro veces por semana.
Fuente: https://www.efe.com/efe/america/sociedad/meditacion-contra-el-estres-laboral-una-moda-en-auge-china/20000013-4623191
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