Podemos acercarnos al yoga desde muchos lugares y necesidades: hay quien lo practica para relajarse, para mejorar su flexibilidad o tono físico, para descansar, para tener más equilibrio, para conocerse mejor… Pero en todos los casos existe un denominador común: la búsqueda del bienestar.
Un estado de la persona que suele conseguirse más fácilmente cuando logramos conectar con nuestras emociones. A veces, en verano, el cambio de rutinas, el calor y la convivencia más estrecha con nuestros familiares puede hacer aflorar emociones difíciles.
Enfados, ira y negatividad pueden hacer entonces su aparición más a menudo. El yoga, una práctica de movimiento y respiración en la que se busca el equilibro entre la mente y el cuerpo, es una herramienta que puede ayudar mucho a gestionar estas emociones durante las vacaciones.
Yoga significa «unión», y originalmente se refiere al vínculo entre cuerpo, mente y alma. Un movimiento que nos permite una mayor y más saludable conexión con nosotros y también con los demás. Y es que las asanas del yoga no se quedan en la esterilla.
Además de aportar fuerza, flexibilidad, alineamiento y una mejora en el funcionamiento del cuerpo, favorecen también, con la práctica, la estabilidad mental y emocional, el equilibrio, la calma interna, la claridad y la flexibilidad del pensamiento. Gracias al yoga podemos aprender a fluir y a ser compasivos con nosotros y con los demás, y también a ser menos reactivos.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/vivo/20210817/7652648/yoga-calor-enfados.html
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