Por cerca de 20 años, luché con períodos de ansiedad y recurrí a practicar mindfulness como un medio para disipar esos sentimientos.
En el mejor de los casos, los beneficios solían coincidir perfectamente con las expectativas.
Centrar mi atención en mi respiración o mi cuerpo calmaba mi molesta voz interna y regresaba a la vida normal lleno de energía y vigorizado.
Sin embar
go, con frecuencia, terminaba la sesión sintiéndome mucho peor que cuando había comenzado.
En lugar de relajarme, mi corazón se aceleraba, o mi voz interior daba un giro inesperado, mientras mi mente se inundaba de recuerdos desagradables y sentimientos de fracaso y desesperanza.
Sin embargo, un creciente número de investigaciones revela que estas historias pueden ser sorprendentemente comunes, con un estudio de 2019 que muestra que al menos el 25% de los meditadores habituales han experimentado eventos adversos, desde ataques de pánico y depresión hasta una inquietante sensación de "disociación".
Dados estos informes, un investigador incluso fundó una organización sin fines de lucro, Cheetah House, que ofrece apoyo a "meditadores en apuros".
"Más de 20.000 personas se pusieron en contacto con nosotros en 2020", dice Willoughby Britton, profesor asistente de psiquiatría y comportamiento humano en la Universidad de Brown, Estados Unidos. "Es un gran problema".
Fuente: https://www.bbc.com/mundo/vert-cap-55957415
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