La preocupación, el estrés y la ansiedad
que provoca en algunas personas la epidemia de Covid-19 ha incrementado la
demanda y oferta de actividades como yoga y meditación o lo que se conoce como
Atención Plena (Mindfulness), que desde hace aproximadamente cinco años ha
ganado adeptos en el país.
Los resultados positivos de estas disciplinas
han sido reportados por el Laboratorio de Atención Plena Compasiva de la
Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
cuyos investigadores han trabajado en hospitales públicos con pacientes
asmáticos, adictos a drogas como el crack, mujeres embarazadas, entre otros.
Sin embargo, el auge de estas actividades ha derivado en que personas no
preparadas las oferten y a costos elevados.
Ana Moreno Coutiño, profesora de la
Facultad de Psicología e integrante del Laboratorio de Atención Plena Compasiva
-el único en América Latina que realiza investigación formal en la materia-,
dijo que la práctica de yoga y meditación, Mindfulness, llegó a Occidente en
1990, originaria de la cultural védica, de la parte central de Asia y se desarrolló
a partir del budismo.
En entrevista, destacó que científicos han
reportado que estas disciplinas aumenta la calidad de vida, disminuye la
sintomatología ansiosa y depresiva, mejoran el alivio en dolor crónico así como
la adherencia a tratamientos farmacológicos.
Indicó que debido a que las técnicas que se
utilizan son “tan nobles y universales” hay quienes se consideran expertos y
terapeutas en atención plena pero sin la preparación suficiente. No desarrollan
investigación, “no tienen ninguna metodología, un control de variables, muchas
cosas que se requieren para probar la eficacia de una intervención”.
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