Desde el 19 de marzo de
este año nuestra vida y nuestra mente fue invadida, agredida, perturbada. De
repente, empezamos a incorporar hábitos hasta entonces impensados y algunos
conceptos empezaron a resultar más familiares. Uno de ellos, “enyoguizate”,
cada vez más escuchado por estos tiempos. Pero ¿cuáles son realmente los
beneficios del yoga? ¿Es posible pensar en una conexión entre la disciplina y
la creatividad?
En estos meses de
aislamiento, muchos encontraron en el yoga un ancla, un cable a tierra, y un
camino de reconexión con el sí mismo. Entendieron que podemos ser productivos y
exitosos, y al mismo tiempo cuidar nuestra salud física y mental, y encontrar
paz en nuestro interior. La pausa, la quietud y el silencio se convierten en
algo sumamente inspirador.
El yoga aquieta las
ondulaciones o pensamientos, trasladando a la mente a un estado de calma
absoluta, reencontrándola con la claridad y la concentración. De esta manera,
se actualiza la unión con el momento presente, la presencia del ser. Esto nos
permite abrirnos sin preconceptos y dejar que la libertad se despliegue,
conduciéndonos a un estado creativo pleno.
El estado del yoga está
relacionado con el silencio que se halla por debajo de los pensamientos, y a
partir de ese lugar, se nos abren nuevos planos y mundos de la
consciencia. La activación de los
chakras (centros de energía) también favorece el crecimiento y desarrollo del
instinto creativo.
Por primera vez en
muchísimo tiempo, el ser humano se está enfrentando a una situación radical y
única, que lo sitúa en nuevos pensamientos y emociones. El paradigma de
vínculos sociales se ha modificado por completo.
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