Y esto es así porque piel y cerebro están íntimamente conectados. De hecho, parten de la misma región embrionaria. Eso, dice Carla Sánchez, cofundadora de la plataforma The Holistic Concept, explica, por ejemplo, que las afecciones y enfermedades cutáneas sean unas de las primeras ‘alarmas’ e indicadores de que tenemos un alto nivel de estrés. Desde descamación o dermatitis hasta la aparición de acné o bolsas en los ojos, nuestras emociones afloran a la piel. “En estos casos, además de acudir a la cosmética y mantener buenos hábitos de belleza (y en caso de patologías, recurrir al dermatólogo) tenemos que atender la parte invisible, lo que sentimos. Cada vez más médicos recomiendan complementos como meditación o practicar yoga para ayudar a contener las consecuencias sobre la piel de ese estrés”, asegura esta experta en bienestar y gestión del estrés. “Meditar, dice, se convierte en esa herramienta de apoyo inmediato, pero también a medio y largo plazo nos ayuda a cultivar la calma como base de nuestra forma de enfrentarnos a la vida, a conectar con nuestras emociones, a conocernos mejor y a gestionar la avalancha de cosas, internas y externas, que nos tienen en estado de alerta continuo”. Pero la meditación se está revelando con un tratamiento de belleza y una terapia para prevenir el envejecimiento precoz. Te contamos cuáles son esos efectos que se ven y se notan.
La meditación como tratamiento antiarrugas
“Las personas somos expresivas por naturaleza y esto nos ayuda a comunicarnos mejor exteriorizando cómo estamos; pero el estrés nos lleva a acumular tensiones faciales inconscientes y a multiplicar el número de gestos que realizamos. De hecho, puede provocar hasta tics”, responde Carla Sánchez, y nos recuerda que la gesticulación está detrás de las famosas arrugas de expresión, “como tener el ceño fruncido sin motivo aparente, que la ansiedad aumente las ganas de fumar y favorezca las arrugas del código de barras, o que estemos más reactivos de lo normal y movamos en exceso cejas y frente”. Pero no solo eso, esta experta en gestión del estrés declara que este reduce la elasticidad y firmeza de la piel, “pues ‘ataca’ el colágeno y la elastina y desbarata las tasas de hidratación dérmicas, lo que puede contribuir a la formación de arrugas y a una aceleración del envejecimiento celular”.
Por eso, la meditación puede actuar como un tratamiento antiarrugas porque calma por dentro y por fuera. “Cuando decides parar 5 minutos para cerrar los ojos y dejas de reaccionar a los estímulos externos, también dejas de gesticular, de expresar, para centrarte en la simpleza de respirar y observar. Ahí comienza el entrenamiento físico para aprender a relajar la musculatura, del cuerpo y de la cara, e interiormente entrenas la capacidad de estar presente en tus emociones, siendo cada vez menos esclava de ellas y más consciente. “Con la práctica constante se produce un cambio que se refleja en todos los planos, lo que ves en el espejo (un efecto buena cara y menos años) que se nota en lo que expresas y en lo que sientes”.
Ayuda a calmar y regenerar la piel
“Meditar pone orden en nuestro organismo de un modo sorprendente. Fortalece el sistema inmune, mejora el funcionamiento de los órganos y es un regulador hormonal, algo que suele afectar a la piel de manera directa, así que podríamos decir que es un calmante para la dermis”. También ayuda a conciliar mejor el sueño, momento en el que el cuerpo (y la piel) se regeneran, favoreciendo su luminosidad y una mejora de su aspecto en general.
Fuente: https://www.vogue.es/belleza/articulos/efecto-inesperado-meditacion-en-piel-antiarrugas-buena-cara
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