El trabajo fin de grado de la palentina Andrea Manrique propone incorporar el 'mindfulness' en tercer curso de Infantil
J. OLANO /elnortedecastilla
El 'mindfulness' es una práctica de origen budista con más de
2.500 años de antigüedad, pero que en Occidente no aparece hasta hace
unos treinta años para tratar problemas asociados al estrés y al dolor
crónico. Sus aplicaciones se han extendido a casi todos los
campos, como por ejemplo al de la educación y la enseñanza. Incluso ya
es habitual ver que las universidades ofrezcan a sus alumnos talleres de
atención plena, conscientes de que en la mayoría de los casos la
distancia que separa el éxito del fracaso no reside en el talento
natural, sino en la capacidad de concentración, que permite retener
conceptos, relacionarlos, entenderlos e incorporarlos a las estructuras
de pensamiento.
Y es que los estudios científicos han demostrado lo que hace más de dos mil años ya sabían los budistas, es decir, que ser más creativos, a poder juzgar y valorar las situaciones con mayor claridad, a aumentar la resistencia emocional y a disfrutar más de lo que se está haciendo.
Y aplicar
estas prácticas desde la infancia es lo que propone, en forma de
trabajo fin de grado (que se ha presenta en forma de libro, ya a la
venta), la maestra en Infantil Andrea Manrique Arija, titulada
por la Facultad de Educación de Palencia y educadora en la escuela
infantil Infanta Sofía, del Grupo Fundación San Cebrián.
La educadora argumenta que su trabajo se centró en el 'mindfulness'
al haber constatado que en los estudios universitarios de Educación
Infantil, la psicología positiva y la educación emocional cobran
importancia, pero echa de menos que siendo tan relevantes no se apliquen en las aulas de Infantil.
La maestra recalca que ha
sido complicado recoger información sobre la atención plena, ya que es
una técnica novedosa con muy poco recorrido en España, y que su
aplicación en los colegios ha sido mínima, «pues para poder
llevar a cabo una intervención, el profesorado debe estar formado en
ello y existen pocas formaciones con todos los contenidos que se deben
abordar para poder aplicarlo de una forma consciente», afirma. No
obstante, ha comprobado cómo se puede llevar a cabo una educación emocional en el aula a través del 'mindfulness'
«como constructo de la psicología positiva, ya que con toda la
información y los estudios encontrados sobre la atención plena se llega a
la conclusión de que se alcanzan muchos beneficios practicándola desde
pequeños, por lo que que los niños se conozcan,
conozcan sus emociones y sepan regularlas para conseguir un bienestar
emocional y un desarrollo integral de los alumnos», explica.
Porque, considera Andrea Manrique, que los niños tienen la necesidad de comunicarse y expresar sus emociones, pero que se comprueba que muchos no lo saben hacer,
«por lo que es primordial que tanto la familia como los profesores
trabajen las emociones con ellos para que sepan gestionarlas», añade.
La comunicación efectiva y asertiva, el manejo de emociones y sentimientos, la toma de decisiones, el
pensamiento creativo, la solución de problemas y conflictos, la
empatía, las relaciones interpersonales, el pensamiento crítico, el
manejo de tensiones y estrés, y el conocimiento de uno mismo
son beneficios de la educación emocional que detalla Andrea Manrique en
su trabajo, que ha sido tutorizado por la profesora Deilis Ivonne
Pacheco Sanz.
La propuesta de intervención en el aula que hace esta maestra en su trabajo de fin de grado fija la hora de después del recreo como la mejor para la actividad, con una duración de entre 15 y 30 minutos.
También propone Andrea Manrique en el trabajo que el proceso debe con preguntas a los propios alumnos, la observación de las actividades y la recogida de datos al finalizar las sesiones.
Un
vídeo para respirar, el bote de la calma, una campana, ejercicios para
estirar y alargar el cuerpo o un baile son algunas de las herramientas
que propone como método el estudio. Para finalizar, meditaciones
por parejas o abrazos mágicos, todo en manos de un «docente consciente,
ya que un educador consciente estará atento, tranquilo, en paz consigo
mismo y con los demás», sugiere la maestra. «Ya través de su
consciencia encarna cualidades y actitudes como la paciencia, la
confianza, el respeto y la amabilidad», agrega.
Porque profesores
conscientes para formar niños ricos en educación emocional es a lo que
apela el trabajo fin de grado de Andrea Manrique, titulada por la Facultad de Educación del campus de Palencia de la Universidad de Valladolid.
Publicado en: https://www.elnortedecastilla.es/palencia/ninos-ricos-educacion-20181016195054-nt.html
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