¿Cuánto tiempo es el mínimo para
la meditación? El psiquiatra Ariel Alarcón responde que solo 10 minutos
de meditación al día pueden cambiar la vida. Así se logra.
La
ciencia que investiga el mindfulness publica casi a diario el resultado
de un nuevo estudio donde un grupo de investigadores, en alguna parte
del mundo, comprueba una vez más que la meditación, gracias a que
modifica la estructura y el funcionamiento del cerebro, reduce el
estrés, aumenta la concentración, mejora las relaciones interpersonales,
mejora el funcionamiento del sistema inmunológico, reduce el dolor y
ayuda a lidiar con enfermedades crónicas, incluidas la ansiedad y la
depresión. Pero, ¿cuál es el tiempo mínimo diario para obtener
resultados? La contra-pregunta que me surge en estos casos es: ¿qué
resultados quieres obtener?
En el mundo agitado de hoy donde se
desenvuelven hoy muchos ejecutivos, hombres y mujeres de negocios o
profesionales independientes, ¡incluso estudiantes! con altas metas que
cumplir y elevadas exigencias tanto en sus vidas profesionales como
familiares, la forma como utilizan el tiempo es un factor clave para la
obtención de cualquier logro. Algunos además creen que sacar de su
agitada agenda de trabajo 10 minutos para meditar aumentaría su estrés
en lugar de disminuirlo, por más que sean conscientes de que al reducir
su estrés no solo aumentarían su eficacia sino, incluso, podría salvar
sus vidas.
Esta es
una preocupación de muchos centros de mindfulness alrededor del mundo, y
la ciencia ha venido en su apoyo. Porque, aunque la mayoría de los
estudios concluyen que el tiempo promedio de dedicación diaria a la
meditación es de alrededor de 20 minutos, dependiendo de lo que se
propongan lograr y de una serie de características tanto de la historia
personal como la cultura, el entorno social y empresarial, si se
practica consistentemente y siguiendo las instrucciones al pie de la
letra, solo 10 minutos al día de meditación al día pueden producir
cambios profundos en la estructura cerebral y en la reducción del
estrés.
Así lo demuestran investigaciones
llevadas a cabo por la Doctora Leticia Ribero en la Universidad de
Oregon, donde demostró que prácticas de mindfulness tan cortas como 10
minutos, dependiendo de ciertas características, pueden ser suficientes
para disminuir significativamente el estrés. Estudios similares han
demostrado que meditar durante 10 minutos, dos veces al día, logra
efectos de disminución de la sensibilidad al dolor crónico intenso desde
el tercer día de práctica.
Por otro lado, en un conocido estudio llevado a cabo por la doctora Sara Lazar,
de la Universidad de Harvard, en el cual su equipo entrenó en
meditación durante ocho semanas a personas que no habían sido expuestas
antes a esta práctica, los participantes terminaron meditando, en
promedio, 23 minutos al día. Al final de las ocho semanas, su actividad
cerebral había cambiado de forma considerable, y mostró una activación
mucho mayor de partes del cerebro que están asociadas con sentimientos
de bienestar y empatía y menos activación de partes del cerebro
asociadas con el estrés.
Menos es más
Las
claves para obtener logros significativos en el entrenamiento en
mindfulness varían dependiendo del punto de partida, de la consistencia,
la calidad de la práctica y la calidad del entrenador. No es lo mismo
ser un ejecutivo o ejecutiva “sanos” mentalmente con niveles moderados
de estrés, que cuando el estrés se ha convertido en un trastorno de
ansiedad o en depresión importantes. Ni tampoco sirve para nada ir a un
retiro intensivo de Vipassana de 10 días, si no se medita a diario. La
consistencia es la que produce los efectos, por eso es que insistimos
tanto en nuestros talleres en la importancia de la generación del hábito de
la meditación. Hay que hacerlo a diario, todos los días,
consistentemente, llueva truene o relampaguee. Pequeños pasos logran
grandes efectos. Por eso han ganado tanta popularidad las apps que
comienzan con meditaciones guiadas de 3 minutos de duración, motivando
al practicante a que lo haga, al principio corto, pero a diario y luego,
poco a poco invitándolo a aumentar el tiempo hasta alcanzar la meta de
10 minutos al día de meditaciones de buena calidad.
De ahí, si quiere y lo necesita,
fácilmente puede ir sumando minutos a los ejercicios cotidianos. Desde
luego, que no es lo mismo meditar 10 minutos muy concentrado y enfocado
que sentarse a estar adormilado o distraído durante media hora. La
calidad y la coherencia del instructor también son determinantes. Hay
gente que cree que por haber ido a un retiro de 3 días o haber visto
muchos videos en YouTube ya pueden enseñar mindfulness. Aquí pasa lo
mismo que con la psicoterapia: la coherencia interna del facilitador, la
calidad de su formación, su background previo, sus principio éticos,
experiencia y su práctica diaria de meditación, inciden directamente en
el efecto del taller en sus alumnos. Por eso, muchas empresas fracasan
en su intento de establecer planes baratos de mindfulness dictados por
facilitadores incoherentes. Nadie puede enseñar bien a otro lo que no
tiene por dentro.
¿Todas las meditaciones son iguales?
La
respuesta es que cada persona debe escoger el tipo de meditación que
más se le facilite por su perfil de personalidad y su modo de vida. Los
buenos talleres de mindfulness ofrecen a los participantes una variedad
de prácticas tanto formales como informales. Las primeras son aquellas
en las que la persona se sienta a observar desaprensivamente los
contenidos de su mente durante un período de tiempo y, las segundas, son
una serie de actividades de atención plena en la vida cotidiana, como
por ejemplo, al comer, al caminar o al escuchar música. Los
practicantes de mindfulness que combinan ambas clases de prácticas a lo
largo del día, consistentemente, no solo están menos estresados y son
más creativos. También son más buena gente, viven más felices y más
tiempo.
Ver más en: Morisberacha.com
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