¿Te interesa la
meditación pero no sabes cómo empezar? Te ofrecemos pistas para que elijas el
tipo de meditación que más se adapta a tu personalidad.
Por Gerard Arlandes
Pilar se siente anonadada cuando
comprueba la cantidad de meditaciones guiadas que tiene en la aplicación de su
móvil. No sabe cual seguir. Multitud de ellas se aglomeran en su pantalla: Relajación
profunda, Mindfulness en 10 minutos, Sueño pacífico, Ritual matutino, Meditación
para la ansiedad, Atención a la respiración, Meditación Vipassana, Aceptar y
dejarse llevar, Atención plena, Bondad, Escáner corporal, Viaje a la Clara Luz,
Meditación Zen contando las respiraciones, Sentir el amor en todas las cosas…
Y me pide consejo. Vamos a buscar
cual puede ser la mejor meditación para cada uno. Tarea que nos proponemos
sabiendo que Buda anunciaba 80.000 maneras de meditar. Para encontrar la más
adecuada a nuestras características deberíamos comenzar definiendo qué es
meditar.
¿Qué es meditación?
Es estar allá donde estamos,
haciendo aquello que hacemos justo en el instante en que lo hacemos. Siguiendo
esta premisa podemos meditar sentados sin hacer nada, pero también andando por
una calle o cocinando un plato de espagueti. Las meditaciones son de dos
clases, las que solo precisan sentarse en silencio y las que precisan de
aparatos o acciones sean externas, como la música, o internas, como cantar.
Si nos centramos en la primera
forma de meditación podremos observar
qué es lo que sucede cuando estamos sentados en una silla o con las piernas
cruzadas en el suelo y el tronco y la columna vertebral dirigidos hacia el
cielo en ambos casos.
¿Qué sucede al meditar?
En cualquier momento hay cinco
elementos que están pasando en el presente en nuestro interior: los sentidos
(el sabor, el olor, el tacto, el gusto y la vista), los pensamientos, la
respiración, la atracción en forma de peso de la gravedad de la tierra y
nuestra atención.
Cada uno de ellos posee un
elemento consciente que nos permite percibirlo, y otro inconsciente. A los
cinco podemos llegar con la atención y cada uno de ellos modifica a todos los
demás. En nuestra sociedad estamos entrenados para poner la atención en el
pensamiento, en los ojos y en los oídos.
Esta relación continuada facilita
la comunicación de las neuronas correspondientes. Enseguida tenemos un
pensamiento para una acción o un sobresalto que nos ocurrió en el exterior. O
los ojos quedan prendados de un espacio bellísimo que llega de una pantalla y
modifica nuestro espacio interior. O el oído queda atraído hacia una música que
engendra una emoción o un pensamiento.
La atención está entrenada pra
pensar, mirar o a escuchar en detrimento de los otros elementos que suceden en
nuestro interior. Las neuronas encuentran en los pensamientos y en las
sensaciones un camino abierto que facilita el recorrido. Tenemos verdaderas
autopistas de comunicación hacia esos elementos. En cambio, los elementos
internos son sendas poco transitadas llenas de matojos.
¿Qué meditación debo escoger?
Para elegir una meditación o una
app para meditar deberemos, primero, potenciar la respiración, el peso, el
gusto, el olfato y el tacto prestándoles pacientemente atención.
Con la información que esta
primera etapa nos da, escogeremos la meditación.
Si precisamos relajación, que es
una de las condiciones previas de la meditación, podemos escuchar cualquiera de
las meditaciones guiadas sobre la respiración o las que utilizan sonidos
relajantes.
Si precisamos volver al aquí y
ahora porque nuestros pensamientos son tumultuosos, podemos hacerlo con una voz
que nos hable de las virtudes del relajarse y nos colme de bienestar.
Si nos encontramos perdidos,
podemos escuchar palabras bellas que ahuyenten los fantasmas. Pero para un
momento, no para siempre.
Una vez pasada la primera desazón
deberemos volver a meditar sin ayuda. Si no fuera el caso estaríamos ampliando
la comunicación con el oído, que es el órgano que potencian las meditaciones
guiadas. Y en el extremo le estaríamos entregando nuestro bienestar. Seriamos
esclavos de esa meditación.
Es como quien corre para
relajarse. Cuando no puede porque se ha lesionado o no tiene espacio o tiempo,
se encuentra con toda la tensión multiplicada y sin poder hacer nada. Ha
entregado su poder al correr, su bienestar depende de una actividad externa a
sí mismo.
¿Qué meditación es más recomendable?
La que se realiza sin aparatos,
sin sonidos y que precisa una explicación básica al principio, pero no durante
el proceso meditativo. Son las meditaciones Taoísta, Zen o Vipassana. Se pueden
realizar en cualquier lugar y momento: en casa, en la consulta, en el trabajo,
en el tren o en la montaña.
Precisan entreno, pero nos
permiten meditar allí donde estamos. Escuchar la respiración, cómo damos el
peso, experimentar los cinco sentidos, ver los pensamientos como nubes en el
cielo que van y vienen. Iniciar cualquiera de estos procesos nos acerca a la
verdadera esencia y al camino de luz que precisamos.
Publicado originalmente en: http://www.elcorreodelsol.com/
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