Doctor por la Universidad de Oxford, profesor catedrático de la Universidad de Granada, Daniel Sanabria investiga en el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada, y es director del grupo de investigación ‘Human brain and cognition’.
Con él hablamos de para qué pueden servir (y para qué no) prácticas que se han puesto de moda en los últimos años, como el ‘mindfulness’, y otras tradicionales, como tocar un instrumento musical o jugar al ajedrez.
¿Les preocupa la demanda creciente de intervenciones que mejoren las habilidades cognitivas de los niños?
–Percibimos tanto demanda como oferta de herramientas para la mejora del rendimiento cognitivo en todo el rango de edades, desde la infancia a la adultez tardía. Es fácil encontrar información y divulgación sobre herramientas para la mejora de la inteligencia, de las habilidades cognitivas, etc: mensajes como que “jugar al ajedrez mejora el rendimiento cognitivo”, “la música entrena el cerebro”… Sin embargo, en muchas ocasiones la evidencia científica disponible en la actualidad no avala afirmaciones tan contundentes.
Uno de los problemas está relacionado con la aplicación práctica de conocimiento adquirido en la investigación. En relación a las intervenciones encaminadas a la mejora de habilidades cognitivas, en muchas ocasiones se implementan sin que exista evidencia empírica suficiente. Imaginemos, por ejemplo, que un estudio en ratones muestra resultados prometedores de una vacuna para X enfermedad. ¿Estaríamos dispuestos a que nos inyecten dicha vacuna? Seguramente no, hasta que no haya suficiente evidencia en estudios con humanos y esté avalada por las agencias del medicamento, tanto europea como española. No hay que olvidar que las intervenciones dirigidas al bienestar psicológico y/o mejora del rendimiento cognitivo también pueden tener efectos secundarios.
Por ejemplo, el mindfulness.
–Sí, en este caso en concreto el primer problema que nos encontramos es la propia definición de qué es el mindfulness, porque es un término-cajón de sastre. En segundo lugar, hay estudios que describen que con algún tipo de población clínica (por ejemplo, pacientes con ansiedad o depresión), la práctica de mindfulness puede llegar a ser contraproducente. Y, además, está el coste de oportunidad. Si, por ejemplo, en el colegio se está dedicando una hora a la semana al mindfulness, sin que haya evidencia sólida sobre su impacto positivo sobre el rendimiento académico, puede ser una hora menos para Lengua o Matemáticas.
Fuente: https://www.magisnet.com/2022/09/que-dice-la-ciencia-acerca-de-los-supuestos-beneficios-de-practicas-como-el-mindfulness-o-el-ajedrez-sobre-el-rendimiento-academico/
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