En las últimas tres décadas la medicina ortodoxa occidental, no sin resistencias, fue aceptando que una técnica "soft", proveniente del oriente y relacionada con la meditación, parecía generar efectos positivos concretos y medibles sobre algunos síntomas de diversas enfermedades. Así hoy prácticamente todos los médicos reconocen que la práctica del mindfulness puede mejorar el bienestar y la calidad de vida de muchos de sus pacientes. Con la pandemia y sus consecuencias sobre la salud física y, sobre todo, mental -generada en parte por cuarentenas y aislamientos- eñ mindfulness recibió un renovado interés por parte de pacientes y profesionales. A tal punto que se multiplicaron las publicaciones de estudios revistas científicas detallando los posibles beneficios de esta practica en grandes y también entre los más chicos.
Un ejemplo típico de de esta tendencia es un paper que editó la publicación Translational Psychiatry. Sus autores compararon la percepción de depresión, estrés y ansiedad "pandémica" entre practicantes y no practicantes de estas técnicas. Y encontró diferencias significativas que llevaron a la siguiente conclusión: "nuestros resultados indican que la "meditación de atención plena" podría ser una intervención viable y de bajo costo para mitigar el impacto psicológico de la crisis de COVID-19 y de futuras pandemias".
"En estos dos últimos años el "mindfulness" tuvo un crecimiento muy importante en el número de practicantes, especialmente por ser una forma simple de mejorar, o revertir, la pérdida de calidad de vida que nos generó la pandemia y sus consecuencias a nivel personal y social", le dijo a NOTICIAS la licenciada Mercedes Méndez, psicóloga clínica especializada y coordinadora de "Mindfulness" en el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).
Según esta experta, las técnicas de "atención plena" les permitieron a mucha gente, de todas las edades, aceptar y atravesar mejor las duras realidades generadas por la pandemia. "Esto no es solo un fenómeno argentino: en todo el mundo se fue registrando un acercamiento e interés por parte de adultos y también de adolescentes y hasta niños por el mindfulness y sus técnicas".
La explicación que brinda la experta de Ineco es que la esencia de estas prácticas es facilitar el manejo de situaciones de estrés frente a experiencias traumáticas. "Algunas personas encontraron un "ancla" o refugio en la comida o viendo series o en el ejercicio. Y para muchísima gente la práctica del mindfulness se convirtió en una herramienta para transitar esta experiencia de la mejor manera posible".
Evidencias
Lo interesante es que no se trata de, apenas, "una moda" oriental. Según los expertos hay abundante evidencias duras e instituciones de prestigio que investigan esta temática. Por ejemplo en la universidad de Harvard funciona el "Lazar Lab", un centro dedicado a la neurociencia asociada al yoga y la meditación. Allí aclaran que "hay cientos de ensayos clínicos que demuestran que este tipo de meditación es eficaz para reducir el estrés y muchos (aunque no todos) los síntomas clínicos de diversas enfermedades". Aunque también advierte que los resultados son muy variables y no hay forma de predecir quién se beneficiará, y quien no, con estas prácticas. "Sin embargo", concluye, "uno de los hallazgos principales de los estudios sobre la influencia de la meditación es un aumento en la calidad de vida de quienes la practican".
Algo parecido considera Federico Martínez, experto consultor en este tema y director de MFL Mindfulness Argentina. Según Martínez, "a poco de comenzar la pandemia la práctica de técnicas de atención plena resurgió a niveles muy importante. Una de las razones que explican este interés es que nuestro cerebro, antes las circunstancias generadas por esta situación global y el SARS-CoV-2, necesitaba otros recursos para poder afrontar y sobrellevar las nuevas situaciones de tensión, de encierro y de aislamiento que llegaron para frenar la pandemia. Y eso funcionó no solo para los adultos sino que también ayudó a adolescentes y a los más chicos".
Chicos si
Los expertos destacan que la meditación -práctica usualmente ligada a quietud, contemplación, reflexión- también genera buenos resultados en los adolescentes y chicos. Claro que ellos deben recibirla de una forma diferente a la de adultos. "En adolescentes, hay que aprovechar la curiosidad de esa etapa y también apelar a temas de neurociencias que les gusta mucho. Incluso puede ser una alternativa al famoso "aburrimiento" crónico de esa edad, ya que les facilita la creatividad. Y en los más chicos el acercamiento al mindfulness se hace por medio de técnicas lúdicas, adaptadas a esa etapa", explicó Martínez. ¿A partir de que edad pueden iniciarse? Ambos expertos coinciden es que usualmente desde los cinco años, aunque también antes los padres pueden ensayar algunos juegos que tienen contenidos ligados o están adaptados a las técnicas de meditación.
Fuente: https://noticias.perfil.com/noticias/ciencia/mindfulness-contra-el-covid.phtml
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