Cuando se publicó el libro Tus zonas erróneas de Wayne Dyer, en 1976, en las bibliotecas no se sabía bien dónde colocarlo, porque todavía no existía una sección llamada «Autoayuda». Hoy en día, el libro de Dyer sigue en la mayoría de las librerías, a veces en los mostradores de los libros más atractivos, después de cuarenta y cinco años de su primera publicación, y la sección Autoayuda puede ocupar unas cuantas estanterías en las paredes de los editores más atentos al mercado. Hay quien achaca la explosión del género a la pandemia vírica, pero sabemos que no es así, porque las ventas (y la demanda) han ido aumentando exponencialmente en las últimas cuatro décadas. Quizá la pandemia solo haya permitido tener más tiempo para leer. Sea como fuere, la sección Autoayuda lleva creciendo desde hace tiempo, y ha crecido hasta un punto que, desde luego, llama la atención. Pero claro, en este medio siglo la etiqueta de Autoayuda ha ido acumulando un poco de todo, y quizás ha venido el momento de poner un poco de orden en estas estanterías llenas de alternativas, de inquietudes y de esperanzas.
El éxito de los libros de autoayuda, en realidad, tampoco debería de sorprender mucho, porque todas las culturas del pasado han sabido desde siempre que el ser humano tiene dos características principales y aparentemente antitéticas: una, que es inteligente, y dos, que sufre. Su gran capacidad de razonar lo conduce inexorablemente hacia el sufrimiento, perdiéndose en los laberintos de un pasado que ya ha ocurrido y de un futuro que todavía no ha llegado a ocurrir. O sea, nuestra especie, a raíz de su asombrosa capacidad de simulación mental, acaba descuidando terriblemente el presente, su única verdadera fuente de existencia, y fulcro de la calidad de la vida. La mente humana se arrastra entre miedos, recuerdos, incertidumbres, remordimientos y preocupaciones que, en gran medida, no existen sino como imágenes de lo que ha sido y de lo que podría ser, proyecciones de un futuro y de un pasado que, aunque importantes, no deberían de aplastar el presente en su aquí y ahora. El resultado es entonces, sí, una pandemia, pero una pandemia de estrés, ansiedad y depresión, que está marcando el estilo de vida de nuestra sociedad, el éxito incontrolable de los psicofármacos, y las listas de espera en las consultas de los profesionales de la salud mental. Como resultado, el desquiciamiento de vidas que sufren, y que malgastan sus años en los patrones automáticos de una cultura en muchos aspectos incompatible con la serenidad, cuando no incluso cómplice consciente de su desgaste.
Fuente: https://www.investigacionyciencia.es/blogs/medicina-y-biologia/80/posts/meditacin-y-neurociencia-aqu-y-ahora-20991
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