Parecen dos cosas completamente diferentes. Por un lado, tenemos la
meditación. Los ojos cerrados, la mente en blanco y la idea de un avance
espiritual. Por el otro, está una actividad que hacemos día a día, a
veces entre cientos de personas, intentando desesperadamente llegar a un
lugar y con mil cosas en la cabeza. ¿Cómo es que pueden ser similares?
¿Cuántas personas conoces que corren? Seguramente tú también
lo disfrutas o lo has intentado, y es que aunque hay personas que
realmente lo detestan pero no pueden negar los beneficios a la salud,
muchos encuentran en esta actividad una manera de conectarse con su
cuerpo y mente.
Al caminar, puede
suceder lo mismo. Claro, se debe hacer con un poco más de propósito que
cuando vamos apresurados por llegar a trabajar, pero al hacerlo de
manera relajada, siendo conscientes de nuestras piernas, las plantas de
nuestros píes, los pasos que damos y nos olvidamos de distancias,
nuestro cerebro comienza a pensar de manera distinta.
Según la escritora estadounidenses Rebecca Solnit, caminar es la manera
en la que el cuerpo se mide en comparación a la Tierra. Su libro Wanderlust, trata
sobre la historia del caminar y contiene muchas reflexiones en torno a
una práctica mundana que puede elevarse al punto de ser arte, como es el
caso de los esquimales, que tienen un método en el que al estar
enojados o llenos de ira, tienen que caminar en línea recta hasta que el
coraje haya desaparecido y entonces marcar ese punto. La línea de nieve
que dejaron atrás se convierte entonces en el registro de odio y perdón
que tanto necesitan.
Para que la mente se conecte con nuestra caminata, lo mejor es
hacerlo en la naturaleza. La conexión con la naturaleza, el sonido de
los pájaros, arroyos, árboles y más nos permite concentrarnos en
avanzar, pues a diferencia de la meditación tradicional, al caminar
seguimos muy conscientes de nuestro alrededor, pero se trata de una
nueva visión, una en la que sólo estamos enfocados en seguir y el resto
de los pensamientos se apagan.
Caminar también requiere práctica. Si no es algo que disfrutes, tal
vez al principio no puedas sentir esa desconexión de pensamientos, pero
intenta comenzar en la naturaleza, si no puedes salir de la ciudad ve a
un parque, después recorre calles hermosas que puedas ir analizando
mientras caminas. Fíjate en la arquitectura de las casas, piensa en cómo
era la vida antes, no hagas un esfuerzo en dejar de pensar, sólo
intenta disfrutar y poco a poco sentirás que esta actividad es mucho más
que poner un píe frente a otro.
Una buena caminata nos recuerda algo primitivo en nosotros, esa
actividad de supervivencia que continúa en nuestros genes, esos
peregrinajes en los que el destino final no era lo importante, sino el
camino que se tomaba y la transformación que ocurría durante el
trayecto. A cada paso nos transformamos, pero al final seguimos siendo
nosotros.
publicado en https://thehappening.com/la-caminata-como-tecnica-de-meditacion/
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