La
atención y la capacidad de ser conscientes y de conocernos a nosotros
mismos es el rasgo que nos distingue como seres humanos.
es ser el silencio que observa cualquier ruido".
Anónimo
Por Janeth Vásquez Vargas
La
actitud con la que nos enfrentamos al mundo y a nosotros mismos tiene
un efecto muy profundo en el desarrollo de los acontecimientos, razón
por la cual lo que en el futuro nos depare, tanto individual como
colectivamente, dependerá básicamente del uso que hagamos, en este mismo
instante, de nuestra capacidad innata de ser consciente. El reto al que
nos enfrentamos consiste en restablecer el contacto con los sentidos.
Ignoramos hacia dónde se dirige la corriente en la que individual o
grupalmente nos hallamos inmersos pero, en cualquiera de los casos, se
trata de un viaje colectivo cuyo destino no está fijo de antemano, es un
viaje en el que lo que importa no es tanto la meta como el mismo
camino.
La
vida es lo que nos ocurre durante este viaje y el reto al que nos
enfrentamos consiste en vivir como si realmente importase. Por ello, los
seres humanos nos hallamos ante la disyuntiva de dejarnos arrastrar
pasivamente por la corriente de impulsos y hábitos inconscientes; o
asumir, por el contrario, el compromiso de despertar y zambullirnos
plenamente en lo que suceda en el momento presente. La vida solo es real
cuando estamos despiertos; solo entonces tenemos la posibilidad de
liberarnos de nuestras ilusiones, de nuestras enfermedades y de nuestro
sufrimiento individual y colectivo.
El
primer paso de la aventura que nos lleva a restablecer el contacto con
los sentidos a todos y cada uno de los niveles consiste en el cultivo de
un tipo especial de conciencia conocida con el nombre de atención plena
(mindfulness). A fin de cuentas, la atención y la capacidad de
ser conscientes y de conocernos a nosotros mismos es el rasgo que nos
distingue como seres humanos. Esta capacidad se cultiva prestando
atención y se ejercita a través de un tipo de práctica meditativa
conocida como meditación de la atención plena que, en los últimos
30 años, se ha difundido velozmente por todo el mundo. A continuación
te compartimos algunas de las enseñanzas que nos deja la meditación de
la atención plena.
1. Hacernos amigos de nosotros mismos y de nuestras experiencias.
La
atención plena es la toma de conciencia que se cultiva prestando
atención sin juicio, instante tras instante. Solo podemos lograr esta
capacidad a través de todos nuestros sentidos, incluida la mente. Al
incluir en esta práctica nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro corazón y
todo nuestro mundo aprendemos a hacernos amigos de nosotros mismos y de
nuestras experiencias.
2. El desapego a las ideas fijas
Al
practicar este tipo de meditación se pone en ejecución una frase de
Buda: “no existe nada como ‘yo’, ‘mí’ o ‘lo mío’ a lo que aferrarse”; y
es que el prestar atención y estar completamente presentes en nuestras
vidas nos permite comprender que no existe nada a lo que podamos
identificarnos, especialmente a las ideas fijas sobre nosotros mismos y
sobre lo que creemos ser.
3. La meditación no es lo que habitualmente pensamos
La
meditación no es una técnica, sino una forma de ser. La meditación no
consiste en esforzarnos en llegar a un determinado lugar, sino en
permitirnos estar precisamente en el lugar en el que estemos tal y como
estemos y en dejar que en, ese mismo instante, el mundo sea también
exactamente tal cual es.
4. Somos carceleros de nosotros mismos
Cada
vez que nos dejamos arrastrar por un deseo, por una emoción, por un
impulso, por una idea o por una opinión, inadvertidos, acabamos
instantáneamente presos de una reacción automática, ya se trate del
hábito de retirarnos y distanciarnos —como sucede en los casos de
depresión o tristeza— o de explotar y vernos emocionalmente
“secuestrados” por nuestros sentimientos —como sucede en los casos de
ansiedad e ira. Esos momentos siempre van acompañados de una contracción
corporal y mental.
5. Permitimos generar momentos no vividos
La
práctica de la meditación de la atención plena nos permite reconocer
que cada momento perdido es un momento no vivido. Cada momento perdido
aumenta las probabilidades de que también se nos escape el momento
siguiente y no lo vivamos conscientemente, lo que nos mantiene atrapados
en hábitos automáticos que nos impiden vivir de un modo más atento y
más consciente.
6. Incondicionalidad
La
vida es indescriptiblemente interesante, reveladora y majestuosa cuando
nos entregamos incondicionalmente a ella y prestamos atención a los
detalles.
7. Modificación de la experiencia del dolor
El
meditar prestando atención al presente permite que uno se torne
consciente al dolor, y la relación con él experimenta un cambio muy
profundo. Es imposible que, en tal caso, la experiencia del dolor no se
modifique, porque el mismo hecho de mantener la atención, aunque solo
sea un par de segundos, pone de relieve su dimensión. Y ese cambio
proporciona una mayor libertad a nuestra actitud y a nuestras acciones
ante cualquier situación, aunque no sepamos qué hacer.
8. Se medita en cualquier momento
Descansar
en la conciencia presente implica entregarnos a todos nuestros
sentidos, manteniendo simultáneamente el contacto tanto con el paisaje
interior como con el exterior como una totalidad. En consecuencia,
permanecemos también en contacto con el despliegue total de la vida que
nos permite encontrarnos a nosotros mismos, tanto interna como
externamente, en cualquier momento y en cualquier lugar.
9. Estar realmente aquí
Habitualmente
no vemos lo que tenemos delante, sino lo que queremos ver. Ciertamente
miramos, pero no percibimos ni comprendemos. Convendría aprender a
afinar nuestra percepción, como hacemos con cualquier otro instrumento,
para aumentar su sensibilidad y su exactitud. Bien podríamos decir que
el objetivo consiste en no ver las cosas como nos gustarían que fuesen o
como estamos socialmente condicionados a ver y a sentir, sino
sencillamente tal cual son.
10. La riqueza del ahora
No
hay más tiempo que el ahora. Contrariamente a lo que creemos, no vamos
de un lugar a otro y, en consecuencia, en ningún momento seremos más
ricos que en este. Aunque podamos creer que un momento futuro será más o
menos agradable, realmente no podemos saberlo. Sea lo que fuere que el
futuro nos depare, no tendrá nada que ver con lo que esperamos o
pensamos y, cuando llegue, será también un ahora, un momento que
olvidaremos con tanta facilidad como este.
11. El conocimiento de la muerte
Todas
las células de nuestro cuerpo viven durante un tiempo, para acabar
muriendo y siendo reemplazadas por otras nuevas. La práctica de la
meditación de la atención plena nos permite comprender que en nosotros
coexisten el advenimiento al mundo de la forma y la desaparición del
mundo de la forma. Sin desaparición no puede haber advenimiento ni
tampoco devenir. Quizá nuestras células estén tratando de decirnos que
la muerte no es tan negativa como creemos y que, por tanto, no debemos
temer tanto.
12. La atemporalidad
Al
morir al pasado, al morir al futuro, al morir al “yo”, al morir a “mí” y
al morir a lo “mío” sentimos la esencia de la mente, que está vacía de
toda noción de identidad, de todo concepto y de todo pensamiento. Lo
único que, en tal caso, perdura es esa potencialidad de la que emerge
todo pensamiento y toda emoción, la sensación de que el conocimiento
siempre está vivo aquí, en la atemporalidad del ahora.
13. Ser consciente
Como
bien sabían Gandhi, Martin Luther King y Juana de Arco, la conciencia
lo cambia todo. Las convicciones de los tres acabaron moviendo montañas y
los tres pagaron también por ello con su vida lo que, dicho sea de
paso, movió más montañas todavía. Ellos no “corrían detrás de las
cosas”, sino que asumieron con todo su corazón lo que su cabeza les
decía. No hay nada pasivo en asumir una postura a este respecto.
14. Lo demás será dado por añadidura
Lo
que está en juego en última instancia es nuestro corazón, nuestra
humanidad, nuestra especie y hasta nuestro mundo. Y para afrontar esa
tarea disponemos del espectro completo de lo que somos. Pero para ello
no necesitamos nada especial, sino que basta simplemente con empezar a
prestar atención y despertar a las cosas tal cual son. Todo lo demás nos
será dado por añadidura.
15. Un momento muy especial
Este
es un momento muy especial del desarrollo histórico en el que cada
nueva inspiración constituye una oportunidad extraordinaria. Y solo
podremos aprovecharlo encarnando, en el despliegue aquí y ahora de
nuestra vida, nuestros valores más profundos y nuestra comprensión de lo
que es más importante, compartiéndolo con los demás y confiando en que
este tipo de acciones, aún en la escala más pequeña, acabarán
contribuyendo muy positivamente a la sabiduría, salud y cordura del
mundo.
Publicado originalmente en: https://culturacolectiva.com/estilo-de-vida/
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