Cuatro sencillos consejos para los que no saben por dónde arrancar
Por Claudia Loring
Los beneficios de la meditación son de sobra conocidos y han sido demostrados en múltiples ocasiones y en diversas investigaciones. Meditar mejora el estado de ánimo y reduce los síntomas de estrés, depresión y ansiedad.
Ramiro Calle, pionero de la enseñanza del yoga y la meditación en España, explica que nuestra mente se puede entrenar:
la meditación no es otra cosa que un método para cultivar su potencial y
mejorar la atención, energía, sosiego, lucidez y compasión.
Consejos para iniciarse en la meditación
Esta práctica adopta distintas formas y se puede llevar a cabo a
partir de diferentes ejercicios: sentir el propio cuerpo, sentir la
respiración, observar cómo pasan los pensamientos inafectadamente,
etcétera.
Si bien es cierto que al principio puede entrañar ciertas dificultades concentrarse y sosegar la mente, la idea de que la meditación exige sacrificio o esfuerzo es errónea.
Consiste en encontrar el tipo de meditación más apropiado para cada uno
y no olvidar que no se trata de torturarse, sino todo lo contrario.
1. Empezar con la respiración
La respiración es la fuente de la vida, el nexo entre el cuerpo y la
mente. Conectarnos con ella nos sitúa en el momento presente. Podemos
empezar simplemente por observarla, prestando atención a nuestra nariz y
a cómo nos imaginamos que entra el aire por ella y hacia dónde se
dirige, y fijarnos en notar cómo sale.
2. Poco a poco
Cuando estamos empezando, no es aconsejable alargar las prácticas.
Conviene hacerlo en periodos de tiempo cortos, integrados en la rutina
del día a día. Entre cinco y diez minutos es suficiente, e incluso
podríamos empezar por hacerlo solo durante un minuto.
3. Comodidad
La comodidad es esencial y a ello contribuirá la elección de la ropa y
el lugar. Es necesario encontrar un sitio sereno y tranquilo, con luz
tenue, donde no seamos molestados y podamos encontrar una postura
cómoda.
Lo ideal es la posición de loto, es decir, sentados con las piernas
cruzadas y cada pie situado encima del muslo opuesto. Si resulta
demasiado incómoda, podemos colocar unos cojines debajo de los glúteos o
buscar otra postura que nos permita tener la espina dorsal erguida,
incluso sentados en una silla.
4. Sin miedo al fracaso
Los hindúes comparan nuestra mente con un mono o un elefante loco y
furioso, ya que tiende a generar problemas y sufrimiento. El fracaso es
parte de cualquier proceso de aprendizaje, así que lo más natural es que
nos desconcentremos y debamos redirigir nuestra atención
constantemente. Es importante comprender que esto forma parte del
proceso y no dejarnos desanimar, sin juzgarnos ni recriminarnos por
ello. Se trata simplemente de reconducir la mente: tantas veces como se
desconcentre, tantas veces habremos de redirigir la atención a aquello
que nos hemos propuesto.
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