Técnicas ancestrales como la relajación, la meditación y el yoga están de moda. O tal vez lo han estado siempre. Igual sucede con mindfulness cuyos orígenes se remontan siglos atrás pero que desde los años sesenta del siglo XX ha cobrado una dimensión más actual y occidental. Esta disciplina viene a aquietar las emociones que, exasperadas, oprimen, angustian y enceguecen el encanto de la vida. El mindfulness, dentro de sus amplias definiciones, busca el logro de la atención o conciencia plena.
Aunque se le vincula estrechamente con la tradición budista, no es una práctica religiosa. Es una técnica de meditación que consiste en alcanzar un profundo estado de conciencia libre de juicios sobre nuestras sensaciones, sentimientos o pensamientos. Y prestar atención a lo que acontece en nuestro interior en cada momento.
Desde el amanecer y hasta el anochecer somos la suma de movimientos y acciones automáticas, sin caer en cuenta de lo que hacemos y cómo lo hacemos. La rutina se apodera de los sentidos y secuestra las posibilidades de disfrutar gratos momentos.
Mindfulness invita a detenernos. A pensar en las cosas más sencillas que suelen pasarse por alto: tomar café y disfrutar su aroma y la tibieza de la taza. Sin apuro y observando y sintiendo lo que ocurre. También con el sonido de los pájaros o la caída del agua. Afinar la mirada a colores y gustos. Poner en primera fila los sentidos.
Fuente: https://www.cambio16.com/mindfulness-o-como-conseguir-la-conciencia-plena/
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