Por Moris Beracha.-
Hay momentos en los que sentimos apetito como consecuencia de la
ansiedad, la tristeza o cualquier otro estado de ánimo. Recurrimos a la comida
como elemento regulador de estos sentimientos. A esto lo llamamos hambre
emocional.
Cada vez más
dietas refuerzan nuestra mente. Sin embargo, cuando se finaliza este proceso de
dieta, ¿cómo no perder este trabajo realizado? Aquí es cuando entra el Mindful
Eating.
Con esta
práctica “se aprende a comer con los cinco sentidos y el hecho de estar
plenamente conscientes nos hace darnos cuenta de lo que pensamos y de las
emociones que nos genera el alimento que tenemos delante”, explica Teresa
Moroño, bioquímica, máster en psicología clínica y experta en mindfulness,
fundadora de Be Mindful Spain.
Con el mindful
eating se da un acercamiento de forma consciente al sufrimiento y a la
ansiedad, y esto hace que podamos entenderlo y superarlo. “[Se practica] para
poder romper las conductas, superar la experiencia de sufrimiento, eliminar
culpas y crear otra visión del acto de nutrirnos”, afirma Moroño.
En general,
las personas que comienzan a comer con una mayor atención experimentan una
pérdida de peso.
Al practicar
la que se comienza a aplicar en la alimentación, la velocidad con la que se
come disminuye. A los 20 minutos aproximadamente del inicio de la ingesta,
nuestro sistema gastrointestinal comienza a liberar los péptidos y hormonas que
mandan la señal de saciedad al hipotálamo. Si en ese tiempo se ha comido menos,
se ingiere menos calorías y se adelgaza.
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