Existe evidencia sobre que la práctica de mindfulness puede transformar la expresión de la memoria celular del cuerpo.
En esta columna hemos reportado distintos cambios positivos que produce
la práctica sostenida de mindfulness. Hemos hablado entonces de
beneficios atencionales, en la regulación de las emociones, en la
comunicación con otras personas y en la empatía y compasión de los
practicantes.
Un aspecto que he evitado mencionar (porque no lo consideraba lo debidamente robusto científicamente) es el impacto de la práctica meditativa en los genes.
Desde hace un tiempo algunos investigadores iniciaron un camino de
indagación sobre este aspecto y poco a poco comenzamos a observar sus
resultados. Desde el estudio de Kabat-Zinn con Richard Davidson en el
2000 donde evaluaban el impacto inmunológico de la aplicación de una
vacuna de la gripe en personas que practicaban mindfulness versus
quienes no, mucha agua ha pasado bajo el puente. Lo que me decidió a
considerarlo un tema con envergadura propia: un comentario del director
de la carrera de Medicina de la Universidad Favaloro, doctor Francisco
Klein, sobre la seriedad de un paper (estudio) publicado. Ya no me
quedaron dudas, esto es algo grande.
Podemos modificar nuestra biología
Mi colega el
psicólogo Juan Pablo Kovacevich, de la clínica de Ansiedad de Ineco lo
está estudiando sistemáticamente: “Hasta hace relativamente poco, una
parte de la ciencia nos enseñaba que en los genes residía nuestro
destino: eran algo así como una instrucción heredada que configuraba la
trama de un libro ya escrito al que tan solo uno podía sentarse a leer.
Por suerte esto ha cambiado en la actualidad. Si bien sabemos que
nuestro genoma no cambia, sí lo hace la expresión del mismo a través de
cambios epigenéticos. El epigenoma regula la forma en la que se
expresarán - o no- ciertos genes: cuáles se activarán, cuáles se silenciarán;
cómo lo harán; qué consecuencias producirán. Sabemos que muchos
factores pueden influir en la expresión de los genes: diversas
sustancias; hábitos alimenticios, ejercicio físico... pero además ¡la
psicoterapia puede hacerlo!" y, claro que sí, también una práctica
meditativa sostenida.
Juan Pablo continúa diciendo que “nuestro entorno cognitivo,
emocional y comportamental parece influir en los cambios epigenéticos;
una de las formas en las que esto podría suceder es gracias a los
efectos que el estrés crónico genera en nuestro organismo. Al influir en
nuestra forma de pensar, en nuestras experiencias emocionales, en la
manera en la que nos comportamos, estamos influyendo en nuestra salud
mucho más de lo que antes sabíamos. Por ello la meditación y los hábitos saludables,
entre otras cosas, podrían influir en la forma en la que estos signos
de puntuación epigenéticos -que no cambian lo que está escrito- se
ubican en nuestro relato genético, modificando el efecto de sentido”.
Por último agrega algo importante: “Esto no significa que pensar lindo
sana enfermedades, tampoco que si medito todos los días nada malo me
pasará, pero sí abre una puerta a la investigación y nos impulsa a
adoptar una actitud responsable en la construcción de nuestras propias vidas”.
3 goles de media cancha del mindfulness
Existen
tres aspectos fundamentales en los cuales el mindfulness parece
intervenir y producir cambios y para ello recurrimos a una experta en el
tema, la licenciada Cecilia Molina, bióloga y máster en mindfulness por
la Universidad de Zaragoza, España y Directora de “Mindfulness vida
plena”:
La reducción de la respuesta inflamatoria
Cecilia
dice que el estrés crónico “favorece al desarrollo de procesos de
inflamación leves pero persistentes, constituyendo un factor de riesgo
para el inicio o el agravamiento de enfermedades inmunitarias,
cardiovasculares, metabólicas, psiquiátricas y neurodegenerativas.
Existe un mediador celular de los procesos inflamatorios, conocido como
el factor transcripcional NFKappaB, que es sensible al estrés
psicológico y que participa en el desarrollo de enfermedades
neuropsiquiatrías y neurodegenerativas. Este factor regula la actividad
de los genes proinflamatorios. Cuando estamos estresados la actividad
del factor transcripcional se incrementa y se encienden los genes
proinflamatorios”.
Es por eso que personas que están sometidas a intenso estrés pueden
correr más riesgos, por ejemplo, al ingresar a un quirófano para una
intervención quirúrgica. “Existen investigaciones científicas que
evidencian los efectos de las intervenciones basadas en mindfulness
-continúa la bióloga- sobre la reducción de la actividad de los genes
proinflamatorios modulados por el factor NFKappaB en poblaciones no
experta en meditación, ya sean sanas o con alguna patología clínica.
La desaceleración del envejecimiento celular
“Los
telómeros son estructuras repetitivas de ADN ubicados al final de los
cromosomas, cuya función es proteger la integridad del ADN. Con los años
los telómeros se acortan naturalmente. Sin embargo, hoy sabemos que el
estrés crónico causa acortamiento prematuro de los telómeros, una menor
actividad de la telomerasa generando un envejecimiento celular acelerado
y el desarrollo de enfermedades crónicas. En un estudio científico de
Carlson y colaboradores (2015) sobre intervenciones basadas en
mindfulness en pacientes sobrevivientes de cáncer de mama, con niveles
de estrés elevado y angustia, se observó que tras la intervención se
redujo el nivel de estrés y se mantuvo la longitud de los telómeros” nos
indica Cecilia.
Aquí cobra valor la frase “Si te calmás, no te inflamás ni envejecés aceleradamente”
La regulación de la expresión de los genes por mecanismos epigenéticos
Como
decíamos, “la epigenética estudia los mecanismos que tienen la
capacidad de encender y apagar diferentes genes de forma dinámica,
heredables y potencialmente reversibles”, nos recuerda Cecilia, “una
analogía que suele utilizarse para explicar estos mecanismos es que el
genoma equivale al disco duro de la computadora y el epigenoma a los
programas instalados en él”. Los recientes estudios de Kaliman y
colaboradores (2014) aportaron clara evidencia del impacto positivo de intervenciones cortas de mindfulness en población experta en meditación, sobre la reducción de la expresión de genes asociados a la inflamación, el dolor y la depresión. También se evidenciaron cambios epigenéticos, que se asocian a una respuesta más saludable al estrés”.
Con todo esto, tenemos una razón más para hacer un espacio en nuestra agenda y meditar. De la mente al cuerpo y del cuerpo a los genes, podríamos decir. ¡A practicar entonces!
*Martín Reynoso es psicólogo, coordinador de Mindfulness en INECO y autor de Mindfulness, la meditación científica.
Comentarios
Publicar un comentario