Por Moris Beracha.- Actualmente, existe evidencia de que se puede mejorar el sistema inmunológico a través de la reducción del estrés o, como algunos le han denominado, la medicina mente-cuerpo. Se pueden encontrar técnicas que, luego de practicarlas por largos períodos, pueden tener efectos calmantes para la mente y el espíritu, así como también efectos antiinflamatorios.
El cerebro bajo circunstancias polares (es decir, tranquilo y feliz frente a estresado y deprimido) produce un conjunto dramáticamente diferente de mediadores químicos, entre ellos el cortisol, uno de los interruptores maestros de la inflamación.
Además, el cerebro descarga señales nerviosas a lo largo de dos vías alternativas: el sistema simpático, diseñado para acelerar de forma aguda, pero tiene un costo crónico; y el sistema parasimpático, diseñado para calmar. Experimentos han demostrado que se asocia con propiedades antiinflamatorias. El truco es aprender cómo controlar estos para lograr una salud inmunológica óptima.
Sin embargo, aunque estos ejercicios están al alcance de todos, se requiere diligencia y trabajo arduo para lograr resultados duraderos.
Algunos expertos han clasificado la práctica de la meditación en dos categorías. La primera es "de abajo hacia arriba", que enfatizan un componente físico prominente, como yoga o Tai Chi; y los "de arriba hacia abajo", que se centran en la práctica consciente, como la meditación.
Aquí se vuelve aún más complejo porque las técnicas de atención plena, como la meditación, vienen en muchas formas y tipos de práctica y pueden hacerse a corto plazo o durante toda la vida. Existe evidencia de que incluso un solo día de entrenamiento de atención plena puede tener un efecto tangible en la forma en que se activan y desactivan nuestros genes.
No es una solución simple, pero, con el tiempo, puede ser inmensurablemente tranquilizante y útil para alcanzar nuestro objetivo de salud inmunológica.
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